Rodrigo Islas Brito
Constelaciones son esas cosas en el cielo y el espacio que parece que nunca se mueven, pero sí. Edgar Jahir, Javier Capetillo, Vicente Mesinas, Spencer Farías y Xavier Scherenberg han conjugado sus universos encriptados en rompecabezas de preguntas y heridas en Constelaciones del Color. La expo pictórica que este viernes 20 de julio se dará cita a las siete de la noche en la Galería 910.
“Una constelación es una agrupación convencional de cuerpos en el espacio cuya posición es aparentemente invariable”, comenta Scherenberg, aclarando desde un principio que está citando a Wikipedia. El artista plástico saca al matemático que lleva dentro y explica que aun en esta aparente invariabilidad, es posible distinguir las propuestas.
Edgar Jahir comparte que lleva diez años trabajando en colores, aunque precisa que en realidad el trazo y el pincel ya son parte de su vida. Como un alto valle de piedras luminosas que da claridad al reflejo y bronca a un espejo que nunca termina de decidirse.
“La realidad cultural y natural mueven lo que hago”, enuncia Jahir. En su obra los sueños son mundos que se aceptan en una delimitación de bienes en donde seres de agua y de tierra buscan unir fuerzas en el onírico rescate de sabidurías ancestrales.
Scherenberg habla entonces de la entropía, es decir la “magnitud termodinámica que indica el grado de desorden molecular de un sistema”. Se le comenta al también profesor universitario que es recomendable que está charla sobre arte deje de ponerse tan científica. Xavier responde que muchas veces, en sus laberintos, en sus sumas y hasta en sus restas, ciencia y arte terminan por ser la misma cosa.
Como esa grana cochinilla que domina mucho del trabajo de Edgar Jahir, de la cual el nativo de Santa María Jalapa del Marqués resalta las bondades de sus mezclas que conducen a pigmentos orgánicos y suelos de colores. “Nací y crecí en la tierra de la mojarra, me acostumbré a los amaneceres”, comenta el joven autor con palabras que dan chance de expandir un misterio.
Xavier observa que la suya y la obra de sus cuatro colegas es color puro, llano y psicológico que invita a comenzar un baile y después ponerle la tonada. Dice que en la obra de Jahir ha llegado a ver peces que se transforman en ramas o monstruos marinos que miran, reflexionan e invitan a retroalimentar la contemplación.
Edgar mira en la obra de Scherenberg edificios que intentan deconstruirse en esa confusión que preceda al entendimiento, a ese caos en que hasta nuestros corazones logren estar en paz. “Hay una vida debajo de nosotros y creo que Xavier lo sabe”, concreta el mismo artista que al inicio de esta entrevista ha dicho que incluso las sombras tienen derecho de complementarse con la tierra y con el aire
“Todo tiene que funcionar como una red con la que atrapamos nuestros propios sueños”, agrega Jahir incluso antes de que se le pregunte cual es la unidad de esta constelación centrifuga. “Es la búsqueda personal, cada quien tiene que encontrarle la cuadratura a su propio círculo. Si no, no avanzas”, responde Scherenberg
“Hay una conjetura simple o compleja con una infinidad de soluciones, existe un equilibrio y un desorden, se busca una ecuación que trate de combinar nuestras propuestas”, explica el artista a la pregunta sobre que podrá encontrar constelado el público este viernes que viene en sus lienzos y los de Jahir, Capetillo, Farías y Mesinas.
Expansión, acumulación, cuerdas, reflejos, asimetría del abstracto. Scherenberg continúa clavado en el vendaval matemático del fuego. Jahir lo invita a la calma, reflexiona en que el equilibrio es un asunto frágil, pero mira a la expansión de las cinco variables de pictórica constelación que se darán cita en la Galería 910, como la fórmula que podrá esparcirlo en un “Big Crunch”.
